Os pongo en antecedentes. El año pasado, en septiembre, fuí a Palma de Mallorca a ver a mi hermano que vive allí. Él iba a un gimnasio al cual me llevó para hacer spinning. Lo que sentí en aquella primera clase, fue un «orgasmo» literal. Fueron un cúmulo de sensaciones. Aquel profesor subido en aquella tarima, el micro inalámbrico con el que daba las instrucciones, los ritmos revolucionados de los temazos que sonaron (entre ellos el último de Cold Play «A sky full of stars» que me vuelve loca)… en fin, de pronto se me puso la piel de gallina y lo que fluyó por mi cuerpo fue una energía imposible de explicar con palabras, solo se puede sentir para saber de qué hablo…. Y Javi me entiende bien.
Cuando yo volví a Logroño, tenía que encontrar un sitio en el que volviera a sentir aquello. Así que me apunté a un gimnasio en el que estuve bien, pero en el que no me daban lo que yo quería. Así, que recomendada por una amiga, me apunté al «Full Fitness» que es en el que sigo. Las clases, aunque tampoco eran lo mismo, se acercaban mucho muchísimo a lo que yo buscaba. Monitor en tarima, ánimo y motivación al «equipo», temazos… y a esto se le sumaba las luces apagadas y una bola de discoteca de los 80. Maravilloso!!! Era como estar de subidón en la discoteca, pero sin drogas ni alcohol, solo música y adrenalina en estado puro.
Pero….. mi cabeza seguía pensando en correr. Así que Jose, uno de los monitores, que dicho sea de paso, es primo de mi padre, me recomendó que si mi ilusión era correr, que me centrara en ello, ya que hacer las dos cosas a la vez, podría sobrecargarme y lesionarme. Así que empecé con él unas tablas con tiempos de carrera, caminar rápido, caminar, trotar… En fin, aprender a correr y trabajar la resistencia. Mi primer día solo tuve que andar 4 minutos y correr 1, esto 6 veces. O sea, que en total corrí 6 minutos. Solo miraba el reloj de la cinta para que se pasase ese minuto del demonio. Lo pasé fatal, jajajaja. Ahora lo pienso y me descojono. Pero para mí, en ese momento, eran muy importantes mis avances.
Fueron pasando las semanas y yo me sentía cada vez mejor y cada semana aguantaba más tiempo corriendo. Hasta que llegó noche vieja y me apunté a la San Silvestre, pero este es otro capítulo.
Durante todo este tiempo, no solo corría, dos días a la semana hacía maquinas. Bueno, o eso creía. Me sentía ridícula, además de que tenía la sensación de que no hacía nada, de que no trabajaba nada. Así que estos días empecé a fallar, sonaba el despertador y me decía, para no hacer nada, no voy. Los días de correr no, esos eran sagrados, no falté ni uno, pero los otros….. buff!! Que pereza!!
Así me planté en mayo. 7 meses corriendo en la cinta en los cuales conseguí correr durante 1 hora seguida, todo un logro para mí. Pero mi motivación estaba yendo a pique porque cada día era igual que el anterior, no había nada de emoción. Necesitaba algo, no sabía el que y de repente apareció él con un polo y una palabra escrita en la espalda: «monitor».
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